lunes, 22 de junio de 2009

LA PREDICACION DEL EVANGELIO

Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas.
2 Tim 4:1-4
En estos tiempo peligrosos en los que vive la iglesia hoy es necesario volver a la predicación pura de la palabra de Dios. El apóstol San Pablo nos dio el siguiente reto:

Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado.Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.
1 cor 2:1-4
Según este texto la predicación del evangelio debe tener los siguientes distintivos.
  1. No combinar el testimonio de Dios con elocuencia ni sabiduria humana.
  2. El predicador debe ser conciente de que el mensaje central es la cruz de Cristo.
  3. Reconocer la absoluta incapacidad humana en esta profesión de la predicación.
  4. La predicación pura de la Palabra de la cruz trae como consecuencia la manifestación del Espíritu Santo regenerando a los oyentes según su voluntad.

Estos tiempos actuales de apostasía se deben precisamente a eso; a la ligera predicación de la palabra de Dios. Se ha mezclado sin ningún discernimiento la sabiduría humana con el consejo de Dios haciendo completamente ineficaz el mensaje de la cruz (Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio; no con sabiduría de palabras, para que no se haga vana la cruz de Cristo. 1 Cor 1:17) teniendo como resultado multitudes que escuchan un evangelio diferente pero que no sufren ninguna transformación porque su fe está fundada en la sabiduria de los hombres y no en el poder de Dios.

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